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Es el tratamiento que consiste en la extracción del nervio o pulpa que se encuentra en el centro del conducto del diente. Una vez que la pulpa se inflama o se muere se debe extraer, el espacio que queda se limpia, se amplia y se rellena con un material especial llamado gutapercha. Las causas más comunes de daños o muerte de la pulpa son:
El tratamiento consiste en varios pasos que se realizarán en una o dos citas dependiendo del caso. Los pasos son los siguientes:
El o los dientes tratados y restaurados de este modo pueden durar toda la vida si se les cuida correctamente. Los dientes con tratamiento de conductos también pueden sufrir caries por esto es esencial adoptar buenos hábitos de higiene bucal y acudir a exámenes odontológicos regulares para evitar problemas futuros. Como estos dientes tratados ya no tienen la pulpa que los mantenía vivos, se vuelven quebradizos y son más propensos a la fractura. Para determinar el éxito del tratamiento radicular, el método más confiable es comparar las nuevas radiografías con las tomadas antes del tratamiento. Si el diente presentaba destrucción de hueso en la zona de la punta de la raíz, que se observa en la radiografía inicial como una zona oscura, después de 6 meses no debe existir, lo que indica completa cicatrización, de lo contrario se debe realizar un corte de la punta de la raíz y limpieza del hueso para erradicar el tejido infectado, mediante una cirugía.